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MASAJE

Recibir un buen masaje es una de las acciones más placenteras que podemos experimentar. No obra milagros pero permite aliviar el malestar físico –dolores musculares y reumáticos, contracciones...– y liberar la tensión mental ocasionada por el estrés. Además, suaviza la piel y ayuda a eliminar arrugas y celulitis.

Aunque existen muchas clasificaciones, podemos distinguir dos principales tipos de masaje: terapéutico y relajante. El masaje terapéutico entronca con la cultura oriental, que lo integra como parte del proceso curativo. La quiropraxia –manipulación de zonas concretas de las vértebras–, la reflexoterapia –presionar las terminaciones nerviosas de brazos y pies–, el shiatsu y el masaje sueco son algunos de los masajes englobados en esta categoría. El relajante, por el contrario, no pretende curar; como su propio nombre indica, persigue únicamente la relajación del receptor.

El masaje proporciona una sensación de relax y hace que se disipen las tensiones y preocupaciones

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